viernes, 26 de agosto de 2011

Me voy a asfixiar hasta abrazarme

Una mayúscula al apetito, que ruge y saca del fondo del suelo, las palabras adecuadas para repactar esa deuda. Una deuda que a diario a sabido conquistar.
Y para cuando se saciará? Digamoslo, nunca. Se sabe, esa impotencia del gusto, del deseo. Se sabe esa estupidez de la necesidad. Una necedad. Sí. Por supuesto que sí, y si nos atrevemos a dejarla huir, nadie podrá dejar de ser un patrón cazador.
"Pensaba que para sobrevivir, debía verme furioso", y esa frenética misión me hizo sudar... cuál feracidad escondida, tal vez inexistente nos rodea contra esa naturaleza de almas perfectas. "Goza!", otra histérica preocupación. Qué pasa cuando veo que el avance de la edad, el pasar de tal y cual tiempo y el deterioro de los espacios y de sus nombres es también un deterioro de mi integridad y mi lugar pero no en conjunto a lo que sería el avance, el progreso, sino un antiproceso que significa exactamente lo mismo que la mejora, que el diario vivir.
¿Qué pasa?
Que la vida es irónica, qué irónica es la vida. Que un paso adelante es uno atrás, que mientras suena la risa, suena el llanto y si es no. Es la triada que ha engañado a la gran masa, que no deja de fastidiar...uno dos y tres, los opuestos y su reducción, la síntesis, la desintegración. "No hemos dejado de pensar de a dos". Claro que no, y cómo no! si nos hicieron creer que la única manera de procrear, de germinar la vida era sólo entre dos. Y dos distintos! Los opuestos! Todo el círculo impermeable huele a... nada.
Y si me río, es porque la nostalgia es excesiva. Si lloro de la risa, voy a vivir para disfrutar mi propia muerte. La felicidad estuvo acompañándome para verme sentir.

martes, 16 de agosto de 2011




Sufrir, Pensar

(Maurice blanchot sobre Artaud)

Sería tentador comparar lo que nos dice Artaud con lo que nos dicen Hölderlin, Mallarmé: que la inspiración es ante todo ese punto puro en que nos falta. Pero es preciso resistirse a esa tentación de las afirmaciones demasiado generales. Cada poeta dice lo mismo, y sin embargo no es lo mismo; es lo único; lo sentimos. La parte de Artaud le es propia, lo que dice es de una intensidad que no deberíamos respaldar. Aquí habla de un dolor que niega toda profundidad, toda ilusión y toda esperanza, pero que en ese rechazo ofrece al pensamiento el "éter de un nuevo espacio". Cuando leemos esas páginas, aprendemos lo que no llegamos a saber: que el hecho de pensar no puede por menos de ser trastornador; que lo que hay que pensar es, en el pensamiento, lo que se aparta de él y se agota inagotablemente en él; que sufrir y pensar se encuentran vinculados de manera secreta, pues si el sufrimiento (cuando se vuelve extremo) es tal que destruye la capacidad de sufrir, y destruye siempre, por delante de sí, en el tiempo, el tiempo en que podría ser recuperado y acabado como sufrimiento, es posible que lo mismo suceda con la poesía. Extrañas relaciones. ¿Es posible que el extremo pensamiento y el sufrimiento extremo abran el mismo horizonte? ¿Es posible que sufrir sea, en definitiva, pensar?


lunes, 15 de agosto de 2011

Energías Perdidas




...el exceso de presión sobre un interruptor eléctrico, la exhalación del
humo del tabaco, el crecimiento del cabello y de las uñas, la caída de la orina y de la mierda, los movimientos impulsivos del miedo, de asombro, la risa, la caída de las lágrimas, los gestos demostrativos de las manos, las miradas duras, los brazos que cuelgan a lo largo del cuerpo, el estiramiento, la expectoración corriente o de sangre, los vómitos, la eyaculación, el estornudo, el remolino o pelo rebelde, el ruido al sonarse, el ronquido, los tics, los desmayos, ira, silbido, bostezos...

domingo, 7 de agosto de 2011