martes, 31 de mayo de 2011

Naranjo en Flor!!

Soledad!


Esperando


esperando

esperando

esperándote


Soledad!!


Esperando

esperando

esperando

esperándote




SOLEEDAAÅAD!

domingo, 29 de mayo de 2011

La Me duLi sa

Bajé desfondé ironicé.

Derramé.

miércoles, 25 de mayo de 2011

mi performance

nacimos para ser grandes.

grandes grandes como las olas

que rompen al viento polar,

grandes como el desierto

húmedo

que oculta a los camaleones;

grandes como la cadena alimeticia

la que no tiene

ni prinpio

ni fin

ni es como las grandes pirámides.

Nacimos para ser grandes

como la naturaleza malholiente,

la que es parte de todas las partes

grandes como la arena

que cumbre del océano.

Todo mar tiene su tierra, arena.

Grandes como el fuego

que no existe sin el baile mortal,

sin el carnaval,

nacimos para volvernos carbón

y dibujar entre las piedras

que cada día nacimos para ser la partícula más grande del mundo.

domingo, 22 de mayo de 2011

El Poder. O la Potencia Absoluta.

La muerte-suplicio es un arte de retener la vida en el dolor, subdividiéndola en "mil muertes" y obteniendo con ella, antes de que cese la existencia, "the most exquisite agonies". El suplicio descansa sobre todo en un arte cuantitativo del sufrimiento.


El suplicio forma, además, parte de un ritual. Es un elemento en la liturgia punitiva, y que responde a dos exigencias. Con relación a la víctima, debe ser señalado: está destinado, ya sea por la cicatriz que deja en el cuerpo, ya por la resonancia que lo acompaña, a volver infame a aquel que es su víctima; el propio suplicio, si bien tiene por función la de "purgar" el delito, no reconcilia; traza en torno o, mejor dicho, sobre el cuerpo mismo del condenado unos signos que no deben borrarse; la memoria de los hombres, en todo caso, conservará el recuerdo de la exposición, de la picota, de la tortura y del sufrimiento debidamente comprobados. Y por parte
de la justicia que lo impone, el suplicio debe ser resonante, y debe ser comprobado por todos, en cierto modo como su triunfo.


El mismo exceso de las violencias infligidas es uno de los elementos de su gloria: el hecho de que el culpable gima y grite bajo los golpes, no es un accidente vergonzoso, es el ceremonial mismo de la justicia manifestándose en su fuerza. De ahí, sin duda, esos suplicios que siguen desarrollándose aún después de la muerte: cadáveres quemados, cenizas arrojadas al viento, cuerpos arrastrados sobre zarzos, expuestos al borde de los caminos. La justicia persigue al cuerpo más allá de todo sufrimiento posible.


En los "excesos" de los suplicios, se manifiesta toda una economía del poder.


Escrita, secreta, sometida, para construir sus pruebas, a reglas rigurosas, la instrucción penal es una máquina que puede producir la verdad en ausencia del acusado.


Como decía Ayrault, a quien no le gustaban en absoluto estos procedimientos secretos, "No está el todo en que los malos sean castigados justamente. Es preciso, a ser posible, que se juzguen y se condenen ellos mismos." En el interior del crimen reconstituido por escrito, el criminal que confiesa viene a desempeñar el papel de verdad viva. La confesión, acto del sujeto delincuente, responsable y parlante, es un documento complementario de una instrucción escrita y secreta. De ahí la importancia que todo este procedimiento de tipo inquisitivo concede a la confesión.


Cierto es que la práctica de la tortura tiene orígenes lejanos: la Inquisición indudablemente, e incluso sin duda más allá, los suplicios de esclavos. Pero no figura en el derecho clásico como un
rastro o una mancha. Tiene su lugar estricto en un mecanismo penal complejo en el que el
procedimiento de tipo inquisitorial va lastrado de elementos del sistema acusatorio; en el que la
demostración escrita necesita de un correlato oral; en el que las técnicas de la prueba administrada por los magistrados van mezcladas con los procedimientos de las torturas por las cuales se desafiaba al acusado a mentir; en el que se le pide, de ser necesario por la más violenta de las coacciones, que desempeñe en el procedimiento el papel de colaborador voluntario; en el que se trataba, en suma, de hacer producir la verdad por un mecanismo de dos elementos, el de la investigación llevada secretamente por la autoridad judicial y el del acto realizado ritualmente por el acusado. El cuerpo del acusado —cuerpo parlante y, de ser necesario, sufriente— asegura el engranaje de esos dos mecanismos.


En primer lugar, el tormento no es una manera de arrancar la verdad a toda costa; no es la tortura desencadenada de los interrogatorios modernos; es cruel ciertamente, pero no salvaje. Se trata de una práctica reglamentada, que obedece a un procedimiento bien definido: momentos, duración, instrumentos utilizados, longitud de las cuerdas, peso de cada pesa, número de cuñas,
intervenciones del magistrado que interroga, todo esto se halla, de acuerdo con las diferentes
costumbres, puntualmente codificado. La tortura es un juego judicial estricto.


La búsqueda de la verdad por medio del tormento es realmente una manera de provocar la aparición de un indicio, el más grave de todos, la confesión del culpable; pero es también la batalla, con la victoria de un adversario sobre el otro, lo que "produce" ritualmente la verdad. En la tortura para hacer confesar hay algo de investigación y hay algo de duelo.


Y el cuerpo del condenado es de nuevo una pieza esencial en el ceremonial del castigo público. Corresponde al culpable manifestar a la luz del día su condena y la verdad del crimen que ha cometido. Su cuerpo exhibido, paseado, expuesto, supliciado, debe ser como el soporte público de un procedimiento que había permanecido hasta entonces en la sombra; en él, sobre él, el acto de justicia debe llegar a ser legible por todos.


El verdadero suplicio tiene por función hacer que se manifieste la verdad, y en esto prosigue, hasta ante los ojos del público, el trabajo del tormento. Aporta a la sentencia la firma de aquel que la sufre.


Se cierra el círculo: del tormento a la ejecución, el cuerpo ha producido y reproducido la verdad
del crimen. O más bien constituye el elemento que a través de todo un juego de rituales y de
pruebas confiesa que el crimen ha ocurrido, profiere que lo ha cometido él mismo, muestra que lo
lleva inscrito en sí y sobre sí, soporta la operación del castigo y manifiesta de la manera más
patente sus efectos. El cuerpo varias veces supliciado garantiza la síntesis de la realidad de los
hechos y de la verdad de la instrucción, de los actos del procedimiento y del discurso del criminal,
del crimen y del castigo.


El castigo no puede, por lo tanto, identificarse ni aun ajustarse a la reparación del daño; debe siempre existir en el castigo una parte, al menos, que es la del príncipe; e incluso cuando se combina ésta con la reparación prevista, constituye el elemento más importante de la liquidación penal del delito. Ahora bien, esta parte del príncipe, en sí misma, no es simple: por un lado, implica la reparación del daño que se ha hecho a su reino, del desorden instaurado, del ejemplo dado, perjuicio considerable y sin común medida con el que se ha cometido respecto de un particular; pero implica también que el rey procura la venganza de una afrenta que ha sido hecha a su persona.

El derecho de castigar será, pues, como un aspecto del derecho del soberano a hacer la guerra a sus enemigos: castigar pertenece a ese "derecho de guerra, a ese poder absoluto de vida y muerte de que habla el derecho romano con el nombre de merum imperium, derecho en virtud del cual el príncipe hace ejecutar su ley ordenando el castigo del crimen".Pero el castigo es también una manera de procurar una venganza que es a la vez personal y pública, ya que en la ley se encuentra presente en cierto modo la fuerza físico-política del soberano.


El suplicio desempeña, pues, una función jurídico-política. Se trata de un ceremonial que tiene por objeto reconstituir la soberanía por un instante ultrajada: la restaura manifestándola en todo su esplendor.


Su objeto es menos restablecer un equilibrio que poner en juego, hasta su punto extremo, la disimetría entre el súbdito que ha osado violar la ley, y el soberano omnipotente que ejerce su fuerza.


Si la reparación del daño privado, ocasionado por el delito, debe ser bien proporcionada, si la sentencia debe ser equitativa, la ejecución de la pena no se realiza para dar el espectáculo de la mesura, sino el del desequilibrio y del exceso; debe existir, en esa liturgia de la pena, una afirmación enfática del poder y de su superioridad intrínseca.


En la forma explícitamente evocada de la carnicería, la destrucción infinitesimal del cuerpo se integra aquí en el espectáculo: cada trozo queda expuesto como para la venta.


Es cierto también que el "menosprecio" del cuerpo se refiere a una actitud general respecto de la
muerte; y en esta actitud se podría descifrar tanto los valores propios del cristianismo como una
situación demográfica y en cierto modo biológica: los estragos de la enfermedad y del hambre, las
mortandades periódicas de las epidemias, la formidable mortalidad de los niños, lo precario de los
equilibrios bioeconómicos, todo esto hacía que la muerte fuera familiar y suscitaba en torno suyo
hechos rituales para integrarla, hacerla aceptable y dar un sentido a su permanente agresión.


Si el suplicio se halla tan fuertemente incrustado en la práctica jurídica se debe a que es
revelador de la verdad y realizador del poder. Garantiza la articulación de lo escrito sobre lo oral,
de lo secreto sobre lo público, del procedimiento de investigación sobre la operación de la
confesión; permite que se reproduzca el crimen y lo vuelve sobre el cuerpo visible del criminal; es preciso que el crimen, en su mismo horror, se manifieste y se anule. Hace también del cuerpo del condenado el lugar de aplicación de la vindicta soberana, el punto de encuentro para una
manifestación del poder, la ocasión de afirmar la disimetría de las fuerzas.


De Vigilar y Castigar, nacimiento de la prisión.

Michel Foucault


¡¡¡Si me vas a abandonar piénsalo bien si me vas a dejar !!!

¡Yo solo espero que tu no te vayas a equivocar
y si no me quieres más piénsalo bien si me vas a dejar,
pues muchas veces así
por un error se pierde un amor !

¡Y pensar que tantas veces yo decir te oí,
ay yo te quiero y no podría vivir,
si tu te vas si ya no estas!
¡y si tienes ya otro amor!
¡tanto mejor para nosotros dos
solo me resta decir adiós
y que seas muy feliz !

¡Y pensar que tantas veces yo decir te oí,
ay yo te quiero y no podría vivir,
si tu te vas si ya no estas!

¡y si tienes ya otro amor
tanto mejor para nosotros dos
solo me resta decir adiós

y que seas muy feliz !


Soñé que era un detective viejo y enfermo y que buscaba gente perdida hace tiempo. A veces me miraba casualmente en un espejo y reconocía a Roberto Bolaño.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Sicalipsïs

un ando TRIPiá fingimiendo hoces corales
anales
de gel el ante brazo manoseando entrepierna
entreabierta
dispuesta al saturnación..
ojos de caramelo negro
derramiento de agua libidinal, exhumada en la tragedia azul,
la tragedia del delicio y del delirio.
De la maniobra voluntariosa del dentro y del fuera
cimientos de bulla ardiente en las vainas olorosas.

dedos fríos

martes, 17 de mayo de 2011

domingo, 15 de mayo de 2011



–¿Cuál es la cosa más difícil? La que te parece más fácil: ver con tus ojos lo que se encuentra delante de tus ojos–


dice Goethe.



miércoles, 11 de mayo de 2011

Del Nica nor p.

Yo soy el Individuo.

Primero viví en una roca

(Allí grabé algunas figuras).

Luego busqué un lugar más apropiado.

Yo soy el Individuo.

Primero tuve que procurarme alimentos,

Buscar peces, pájaros, buscar leña,

(Ya me preocuparía de los demás asuntos).

Hacer una fogata,

Leña, leña,

dónde encontrar un poco de leña,

Algo de leña

para hacer una fogata,

Yo soy el Individuo.

Al mismo tiempo me pregunté,

Fui a un abismo lleno de aire;

Me respondió una voz:

Yo soy el Individuo.

Después traté de cambiarme a otra roca,

Allí también grabé figuras,

Grabé un río,

búfalos,

Grabé una serpiente

Yo soy el Individuo.

Pero no.

Me aburrí de las cosas que hacía,

El fuego me molestaba,

Quería ver más,

Yo soy el Individuo.

Bajé a un valle

regado por un río,

Allí encontré lo que necesitaba,

Encontré un pueblo salvaje,

Una tribu,

Yo soy el Individuo.

Vi que allí se hacían algunas cosas,

Figuras grababan en las rocas,

Hacían fuego,

¡también hacían fuego!

Yo soy el Individuo.

Me preguntaron

que de dónde venía.

Contesté que sí,

que no tenía planes determinados,

Contesté que no,

que de allí en adelante.

Bien.

Tomé entonces un trozo de piedra que encontré en un río

Y empecé a trabajar con ella,

Empecé a pulirla,

De ella hice una parte de mi propia vida.

Pero esto es demasiado largo.

Corté unos árboles para navegar,

Buscaba peces,

Buscaba diferentes cosas,

(Yo soy el Individuo).

Hasta que me empecé a aburrir nuevamente.

Las tempestades aburren,

Los truenos, los relámpagos,

Yo soy el Individuo.

Bien.

Me puse a pensar un poco,

Preguntas estúpidas se me venían a la cabeza.

Falsos problemas.

Entonces empecé a vagar por unos bosques.

Llegué a un árbol y a otro árbol;

Llegué a una fuente,

A una fosa en que se veían algunas ratas:

Aquí vengo yo, dije entonces,

¿Habéis visto por aquí una tribu,

Un pueblo salvaje que hace fuego?

De este modo me desplacé hacia el oeste

Acompañado por otros seres,

O más bien solo.

Para ver hay que creer, me decían,

Yo soy el Individuo.

Formas veía en la obscuridad,

Nubes tal vez,

Tal vez veía nubes, veía relámpagos,

A todo esto habían pasado ya varios días,

Yo me sentía morir;

Inventé unas máquinas,

Construí relojes,

Armas, vehículos,

Yo soy el Individuo.

Apenas tenía tiempo para enterrar a mis muertos,

Apenas tenía tiempo para sembrar,

Yo soy el Individuo.

Años más tarde concebí unas cosas,

Unas formas,

Crucé las fronteras

y permanecí fijo en una especie de nicho,

En una barca que navegó cuarenta días,

Cuarenta noches,

Yo soy el Individuo.

Luego vinieron unas sequías,

Vinieron unas guerras,

Tipos de color entraron al valle,

Pero yo debía seguir adelante,

Debía producir.

Produje ciencia, verdades inmutables,

Produje tanagras,

Di a luz libros de miles de páginas,

Se me hinchó la cara,

Construí un fonógrafo,

La máquina de coser,

Empezaron a aparecer los primeros automóviles,

Yo soy el Individuo.

Alguien segregaba planetas,

¡Árboles segregaba!

Pero yo segregaba herramientas,

Muebles, útiles de escritorio,

Yo soy el Individuo.

Se construyeron también ciudades,

Rutas

Instituciones religiosas pasaron de moda,

Buscaban dicha, buscaban felicidad,

Yo soy el Individuo.

Después me dediqué mejor a viajar,

A practicar, a practicar idiomas,

Idiomas,

Yo soy el Individuo.

Miré por una cerradura,

Sí, miré, qué digo, miré,

Para salir de la duda miré,

Detrás de unas cortinas,

Yo soy el Individuo.

Bien.

Mejor es tal vez que vuelva a ese valle,

A esa roca que me sirvió de hogar,

Y empiece a grabar de nuevo,

De atrás para adelante grabar

El mundo al revés.

Pero no: la vida no tiene sentido

domingo, 8 de mayo de 2011

MI LUMÍA

Mi Lu

mi lubidulia

mi golocidalove

mi lu tan luz tan tu que me enlucielabisma

y descentratelura

y venusafrodea

y me nirvana el suyo la crucis los desalmes

con sus melimeleos

sus eropsiquisedas sus decúbitos lianas y

dermiferios limbos y

gormullos

mi lu

mi luar

mi mito

demonoave dea rosa

mi pez hada

mi luvisita nimia

mi lubísnea

mi lu más lar

más lampo

mi pulpa lu de vértigo de galaxias de semen de

misterio

mi lubella lusola

mi total lu plevida

mi toda lu

lumía.

Oliverio.Girondo.

dibujo trizado, flechadooo



23:45


...sabes que tú eres mi hamor

con H

y sin



cantante bailarín de brazos largos de dedos vulneradores, llenos de sombras y de colores

que pintan los trozos... los de mí.

Ninguna excusa, tampoco ningún consuelo

es la simple -y siempre tan compleja- manera de decir

que me gustas

que me encantas

que me excitas

que me quieres
y que me quieras

Y una reacción por cada palabra no basta para decirte

que yo también...

"yo también", sabes? lo leí en una pared
de por ahí,

pero no lo pude repetir.
Nunca. Y oh no! no quiero.
Sólo ahora te lo digo , con la fuerza de que todas las cosas son un reflejo, nunca una mala copia

Con unas ganas de abrazarte
y verte dibujar.
En cuclillas, por cada pincelazo, un beso en esos labios tuyos, besos, besos!


Y otra forma de verte

después del vacío-día al que saludé...

... no, no hay ninguna excusa...

es esta una manera de quererte. Y de decirte

que noo!

no me asustóó -me enlokecióó!

que me seduce cada media hora.


CarNaValiemos!

00:18...

domingo, 1 de mayo de 2011

bg &rm

http://www.youtube.com/watch?v=N3VzQac_Ke4

Madre escritura.



No hay pues mujer. Excepto la madre por supuesto. Mas esto forma parte del sistema. La madre es la figura sin figura del figurante. Da lugar a todas las figuras al perderse en el fondo de la escena como un personaje anónimo. Todo le es debido, en primer lugar la vida, todo se relaciona con ella y se destina a ella. Sobrevive bajo la condición de permanecer en los cimientos.