Me volví ma buena que nunca.
Pero no me creí nada. No, no. Si eso no.
Es que no me da risa. Ahí... ahí mentí. El disfraz no puede tener alma.-
Nunca tiene alma.
Tiene espíritu. Que es la carne.
Yo jamás voy a buscar a las palabras que se rebelaron ante mí. Voy a nadar en el pantano de tinta negra. Eso sí.
Y las flores me crecieron de tan puta... rojas y negras, flores anales amarillas...
Los sueños no han sido reveladores; se han decidido a maltratarme y a desquitarse de mí. Ya saben de la venganza, y sólo fueron palabras. Todas malditas lo son.
Y basta de pronunciar-me.
Yo ayer fumigué un pedazo del mar... pero el sueño se transformó. Adivina en qué.
Palabras.
Palabras que vinieron también a maltratarme. Y con el peor de los golpes. Pandora, hija de perra.
Y me fatigué, me volví plasma, marqué una muerte y un nacimiento de otra estrella.
Volé en pedazos con la tierra
como Valparaíso-
Si un gato vino pintado, cavó, cavó graciosamente para enterrar los tres ojos míos. Por supuesto.
El fuego ya no me satisface:
Hay algo que desmembrar
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