Gobernado en la pasiva espera de los experimentos y la cautelosa visita observatoria, como rata en jaula, liquidado al sonido del bong -para saciar el hambre, no para bailar.-
Falsificado su estado y su lugar, admitiendo la dependencia y la vulnerabilidad ante cada entrada y salida, mostrando el esqueleto sobresalido y las desórbitas alienadas de tanto tragar la luminosidad artificial de la naturaleza de la crueldad.
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