Tus ojos hundidos están poblados de nocturnas visiones
y advierto en tu rostro reflejadas
La Locura y el Horror, fríos y taciturnos las huellas.
¿Acaso el súcubo verdoso y el rosado duende
te han vertido el miedo y el amor de sus urnas?
te han vertido el miedo y el amor de sus urnas?
Te será necesario, para ganar tu pan de cada noche
como un monaguillo encender su incienso
y cantar los Te Deum en los que no crees.
y cantar los Te Deum en los que no crees.
Te quisera el olor de la salud exhalando,
y que por pensamientos de vigor fueras frecuentada
y que tu sangre cristiana fluya en rítmicas mareas.
O bien ostentar tus canto, saltimbanqui en ayunas,
y tu risa enjugada en invisible llanto
para divertir al infamante vulgo."
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