martes, 24 de agosto de 2010

CONCLUSION

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-Señor Artaud, ¿para qué le sirvió esta
radiodifusión?
-En principio para denunciar cierto número
de porquerías sociales oficialmente consagradas y
reconocidas:
1º la expulsión del esperma infantil,
cedido benévolamente por niños, con vistas
a una fecundación artificial de fetos que aún
no han nacido
y que verán la luz dentro de un siglo o más.

2º para denunciar en ese mismo pueblo
americano que ocupa toda la superficie del
antiguo continente Indio, una resurrección del
imperialismo guerrero de la antigua América
que hizo que el pueblo indígena anterior a Colón
fuera vilipendiado por toda la humanidad precedente.
-Señor Artaud, usted está diciendo cosas
muy insólitas.

-Sí, digo algo insólito, digo
que los Indios anteriores a Colón eran,
contra todo lo que se pueda creer, un
pueblo extrañamente civilizado,
que conoció una forma de civilización
basada en el principio exclusivo de
la crueldad.

¿Sabe usted qué es con exactitud la crueldad?

-De ese modo no, no lo sé.

-La crueldad consiste en extirpar por la
sangre y hasta la sangre a dios, al azar
bestial de la inconsciente animalidad humana
en cualquier parte donde se lo pueda encontrar.

El hombre, cuando no se lo reprime, es un
animal erótico,
lleva adentro un temblor inspirado,
una especie de pulsación
productora de bichos innumerables que
constituyen la forma que los antiguos pueblos
terrestres atribuían universalmente
a dios.
Ello representaba lo que se denomina un espíritu.
Ese espíritu procedente de los indios de América
prevalece, en la actualidad, bajo aspectos
científicos que revelan una infecciosa
influencia mórbida, un estado acusado
de vicio, pero de un vicio que abunda en enfer-
medades
porque, pueden reírse todo lo que quieran,
lo que se dio en llamar microbios
es dios
¿saben ustedes con qué hacen sus átomos los
rusos y los americanos?
los hacen con los microbios de dios.

-Usted delira, señor Artaud.
usted está loco.

-No deliro,
no estoy loco.
Afirmo que se reinventaron los microbios
para imponer una nueva idea de dios,
encontraron un nuevo recurso para destacar
a dios y atraparlo justo en su
nocividad microbiana:
se trata de clavarlo en el coraz6n, donde
los hombres más lo aman, bajo la forma de la
sexualidad enfermiza,
en esa siniestra apariencia de crueldad mór-
bida que reviste cuando, como ahora, se
complace en convulsionar y enloquecer a
la humanidad.
Utiliza el espíritu de pureza de una conciencia,
que permaneció cándida como la mía para
asfixiarla con todas las falsas apariencias
que derrama universalmente en los espacios,
de esta manera Artaud el momo puede represen-
tar el papel de alucinado.

-¿Qué quiere decir, señor Artaud?

-Quiero decir que encontré la forma de
terminar de una vez por todas con ese
impostor y también que si nadie cree ya en dios
todo el mundo cree cada vez más en el hombre.
Ahora es preciso castrar al
hombre.

-¿Qué? ¿Cómo?

Lo mire por donde lo mire, usted está
loco, loco de remate.

-Llevándolo por última vez
a la mesa de autopsias para
rehacerle su anatomía.
El hombre está enfermo porque está mal
construido.
Átenme si quieren,
pero tenemos que desnudar al hombre
para rasparle ese microbio que lo pica
mortalmente

dios
y con dios
sus órganos
porque no hay nada más inútil que un órgano.

Cuando ustedes le hayan hecho un cuerpo sin
órganos lo habrán liberado de todos sus auto-
matismos y lo habrán devuelto a
su verdadera libertad.

Entonces podrán enseñarle a danzar al revés
como en el delirio de los bailes populares
y ese revés será
su verdadero lugar.

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